David Bacon Stories & Photographs

En Español

Tratado de Libre Comercio: Una Década Devastadora Para los Trabajadores
Por: David Bacon
[David Bacon (dbacon@igc.org) es un escritor y fotógrafo con una larga experiencia en América Latina. Su libro, "Los Hijos del TLC" ("The Children of Nafta") acaba de ser publicado por la editorial University of California Press.]

Mientras los manifestantes llenan las calles para protestar la puesta en marcha de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el décimo aniversario de otro tratado de libre comercio nos ilumina sobre lo que los norteamericanos podrían esperar respecto a los planes de libre comercio de Bush. La desvastadora década del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC), que arruinó a México y Estados Unidos, será el principal argumento para detener su ampliación al resto de América Latina.

Amplios sectores de trabajadores y de pobres a ambos lados de la frontera han pagado el precio por la liberación de los precios de comercialización. Los beneficios los recibieron los pocos promotores del TLC de 1994.

Sucesivos Secretarios del Departamento del Trabajo de los Estados Unidos—irónicamente entre los más fervorosos simpatizantes de NAFTA—han documentado detalladamente el alto costo del tratado en materia de empleos en Norteamérica. Para el año 2002, el Dapartamento había calificado a 408,000 trabajadores calificados para recibir extensiones del seguro de desempleo porque sus trabajos fueron trasladados al sur de la frontera.

La mayoría de los observadores afirman que estos números se quedan cortos. Según el reporte "El TLC a los Siete Años" ("NAFTA at Seven") del Instituto de Política Económica. "el TLC eliminó 766,030 actuales y potenciales empleos en EE.UU. entre 1994 y el 2000 debido al rápido crecimiento del déficit comercial neto de Estados Unidos con México y Canadá".

Mientras el panorama laboral para los trabajadores norteamericanos no pinta bien, el impacto de Nafta en los trabajadores mexicanos ha sido desvastador. Antes de finalizar su mandato, el presidente de México, Carlos Salinas de Gortari prometió que los mexicanos obtendrían los empleos que Estados Unidos había perdido. Durante sus giras en Estados Unidos para promover el Tratado, prometió que ese aumento en los empleos—aunque doloroso para los estadounidenses—detendría el flujo de trabajadores mexicanos al norte.

En cambio, el primer año del TLC evidenció la pérdida de más de un millón de trabajos en todo México, como parte del inicio de una crisis económica. Para atraer inversiones, las reformas exigidas por el TLC requerían de la privatización de empresas, trenes, compañías aéreas y otros negocios. Esto llevó a otra ola de despidos. Y como la desesperación económica en México ha aumentado, la emigración a Estados Unidos se ha convertido en la única esperanza para la sobrevivencia de millones de mexicanos.

Al principio parecía que el crecimiento de las maquiladoras a lo largo de la frontera absorbería al menos parte de los empleos perdidos. Para 2001, más de 1.3 millones de trabajadores fueron contratados en las más de 2,000 compañías fronterizas, según la Asociación de la Industria Maquiladora. Pero haciendo depender el empleo de tantos mexicanos al mercado norteamericano —para el cual estas compañías producen—resultó ser un desastre. Cuando los consumidores estadounidenses dejaron de comprar al golpear la recesión en 2001, las maquiladoras despidieron trabajadores. El gobierno mexicano estima que se perdieron más de 400,000 empleos. La Asociación y el gobierno mexicano intentaron culpar a la competencia china por la pérdida de empleos en la frontera, pero las compañías simplemente estaban produciendo más productos de lo que el mercado de Estados Unidos podía absorber.

La consecuencia más seria del TLC ha sido su fracaso en proteger los derechos de los trabajadores. Para atraer inversiones a las maquiladoras, las autoridades del gobierno mexicano cooperaron con los inversionistas y con los sumisos sindicatos oficiales mantienen una economía de bajos salarios, reforzada por un sistema de control laboral.

De acuerdo a Martha Ojeda, directora de la Coalisión de Justicia en las Maquiladoras, el salario mínimo aficial de los trabajadores en la frontera es de $4.20 por día. Ella estima que la mayoría de los empleados de las maquiladoras ganan ganan casi ese monto.

Un estudio del Centro de Reflexión, Educación y Acción, un grupo religioso de investigación, puso en evidencia que con el salario mínimo, un trabajador de una maquiladora en Ciudad Juárez necesita casi una hora de trabajo para comprar un kilo (2.2 libras) de arróz. Otro estudio de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de México (UNAM) de Ciudad de México, determinó que los salarios en México perdieron el 81 por ciento de su podr de compra en los últimos 20 años.

A los empleados de las maquiladoras se les exige pertenecer a sindicatos que no tienen intenciones de aumentar esos bajos salarios o ayudar a terminar con las agotadoras y peligrosas condiciones de trabajo. A través de los 10 años de historia del TLC, una larga guerra laboral se desarrolló de fábrica a fábrica a lo largo de la frontera. Los esfuerzos de los trabajadores por organizar sindicatos independientes fue contrarrestado con despidos, cierre de empresas y violencia.

En aquellos pocos casos en los cuales los trabajadores organizaron exitosamente sindicatos independientes, como hicieron en la empresa Han Young de Tijuana en 1998-9, las huelgas fueron atacadas a pesar de que la Constitución mexicana y las leyes laborales federales garantizan el derecho a huelga.

Los promotores del TLC aseguraban que los acuerdos paralelos protegerían a los trabajadores. Pero en 10 años, ningún trabajador despedido fue recontratado y ningún sindicato independiente ha logrado estatus legal y un contrato a consecuencia del proceso del TLC.

En cambio, bajo el TLC, aún las históricas protecciones laborales establecidas en el sistema legal mexicano fueron sistemáticamente bloqueadas o eliminadas por ser obsteaculos a la inversión. Incluso cuando algún juéz mexicano establece que una huelga es legal, las autoridades federales lo desafían Impunemente.

Hace cuatro años, durante los momentos más intensos de las protestas contra la Organización Mundial de Comercio, el director del Congreso Sindical de Sudáfrica, Zwelenzima Vavi, describió la alternativa al TLC y la filosofía del libre comercio que lo sustenta. "En su búsqueda por las ganancias", dijo, "se le dice a los gobiernos que eliminen las protecciones a los trabajadores y después que usen eso para atraer inversiones. Pero desarrollo es un concepto más amplio. Incluye desarrollo social y las condiciones de vida de la gente. El desarrollo no puede existir junto al desempleo masivo y la pobreza".

Este es el mensaje que los críticos del TLC y la FTAA (Area de Libre Comercio de las Américas) presentaron a los ministros de comercio en Miami.

Traducción de Eduardo Stanley

Top of Page

MEXICO | IMMIGRANTS | CULTURE | PHILIPPINES | PEACE & JUSTICE
WORKPLACE | STRIKES | PORTRAITS | FARMWORKERS | UNIONS | STUDENTS
Special Project: TRANSNATIONAL WORKING COMMUNITIES
HOME | NEWS | STORIES | PHOTOGRAPHS | LINKS

photographs and stories by David Bacon © 1990-1999

website by DigIt Designs © 1999